miércoles, 5 de junio de 2013

Sefarad

Sefarad
-Origen de los Judios en la Peninsula
Algunos asocian el país de Tarsis, mencionado en los libros de Isaías, Jeremías, Ezequiel, Abdias, Primero de los Reyes y Jonás, con la antigua civilización de Tartessos o, al menos, con algún lugar de la Península Ibérica. Si esta identificación fuese correcta, el contacto de los judíos con la Península Ibérica se remontaría a la época de Salomón.
Parece claro, en cualquier caso, que el reino de Israel mantuvo relaciones comerciales con un lugar llamado Tarsis. En Ezequiel 27:12 así se dice: "Tarsis comerciaba contigo por la abundancia de todas tus riquezas, con plata, hierro, estaño y plomo a cambio de tus mercaderías." También se hace referencia a este comercio en 1Reyes 10:22, donde se dice que "una vez cada tres años la flota de Tarsis venía y traía oro, plata, marfil, monos y pavos reales". Al describir el imperio comercial de Tiro, de oeste a este, Tarsis es el primer lugar que se cita (Ezequiel 27:12-14) y es asimismo el país lejano al que Jonás quiere ir para escapar a Hashem (Jonás 1:3), lo que sugiere que el país de Tarsis se encontraba en el extremo occidental del Mediterráneo. Los fenicios, aliados de los israelitas en la época de Salomón, mantuvieron además una estrecha relación comercial con la Península Ibérica (la fundación de Gades (Cádiz) suele datarse en el año 1100 a. C.). Todo ello deja abierta la posibilidad de que llegase a haber relación entre los israelitas y la Península Ibérica a comienzos del I milenio a. C., pero no ofrece prueba alguna que demuestre que haya ocurrido así. En Cádiz se encontró un sello que data de los siglos VIII o VII a. C., en el que hay una inscripción que según algunos autores sería antiguo hebreo, pero la mayoría de los investigadores consideran que se trata de fenicio.
Existen tradiciones muy tardías, según las cuales los primeros judíos llegaron a España tras la caída del Primer Templo, en 586 a. C., pero carecen de base histórica y estaban encaminadas sobre todo a demostrar que los judíos españoles no fueron culpables de la muerte de Jesús.
-Vida en una alhama
 La mayoría de los judíos se dedicaban a la agricultura, la artesanía y el pequeño comercio, y los más destacados representantes de las aljamas se ocupaban del comercio internacional, la medicina y oficios de corte. Tras la crisis del califato de Córdoba en el siglo XI, las comunidades hebreas resurgieron con los reinos de taifas, gracias a la labor desarrollada en las cortes de algunos de estos reinos por destacados personajes judíos. En los reinos cristianos la actitud hacia los judíos era también favorable. Desde el siglo X hay noticias sobre la presencia judía en Galicia, León, Burgos, La Rioja y Cataluña, pese a que su número debía ser aún muy reducido. Diversos fueros de los siglos XI y XII garantizaban la autonomía administrativa y judicial de los judíos, organizados en corporaciones llamadas aljamas. Tenían derecho a profesar libremente su religión y el reconocimiento de la plena propiedad de todos sus bienes, así como autonomía judicial en causas civiles y criminales. Sin embargo, al igual que ocurría en Al-Ándalus, las condiciones que dLa fase de esplendor en la historia de los judíos hispanos no estuvo exenta de tensiones y traumas. Pese a la unidad que les confería la fe religiosa, en el seno de las comunidades hebreas surgió una progresiva diferenciación entre un sector aristocrático, formado por los grandes comerciantes y financieros al servicio de la monarquía, y un sector popular compuesto por agricultores, artesanos y pequeños mercaderes, más apegado a las tradiciones culturales y religiosasisfrutaban los judíos no suponían la igualdad respecto a la población cristiana.
-El final de los judios
Avanzado el siglo XV, la persecución contra los judíos empezó a adquirir rasgos de ferocidad, y los reyes se encontraban impotentes para detenerla, pues se jugaban su popularidad. Además, la nobleza había emparentado, por motivos económicos principalmente, con los judíos y su posición se había debilitado. En el siglo XVI aparecen dos libros, el Libro verde de Aragón y El tizón de la nobleza de España, donde se demuestra que, prácticamente, toda la nobleza española tenía algunas o muchas gotas de sangre judía.

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