lunes, 10 de junio de 2013

Los primeros astronomos fueron mujeres

Los primeros astrónomos fueron mujeres

l gran novelista y divulgador científico Isaac Asimov decía que "la Luna y sus fases dieron al hombre su primer calendario". La afirmación es totalmente cierta, aunque quizás hoy el maestro hubiese podido especificar un poco más: fueron en realidad las mujeres, según apuntan todos los indicios, las primeras 'sapiens' interesadas en ayudarse de los astros para medir matemáticamente el tiempo e intentar así ordenar -dominar- la vida.
De todos los orbes que giran en el firmamento, no es de extrañar que la Luna fuese la elegida por nuestros ancestros para inspirar sus primeros calendarios: el satélite terrestre es muy fácil de observar a simple vista, cambia de aspecto todos los días y sus ciclos permiten prever –aunque no con total exactitud- la llegada de una nueva estación, algo que los humanos de la Prehistoria debían tener muy en cuenta si no querían poner en riesgo sus vidas.
Aún hoy, cuando no dependemos del movimiento de los astros para dividir el tiempo, la medida del mes -es decir, de una luna- sigue siendo muy útil: la usamos para cobrar nóminas, pagar facturas e hipotecas, planear cuánto nos va a llevar concluir un trabajo o incluso poner límite a nuestras vacaciones. Tal y como rezaba un antiguo texto hebreo, "la Luna fue hecha para que contásemos los días".
Los primeros calendarios que se han encontrado hasta la fecha datan del Paleolítico superior, y fueron fabricados a partir de huesos de animales, mediante incisiones que marcan el paso de las fases lunares. El más antiguo que se conoce es el hueso Lebombo, fabricadohace unos 37.000 años y descubierto a principios de la década de los 70 en Swazilandia, un pequeño país al sur de África donde la esperanza de vida apenas supera los 40 años debido a la lacra del sida.
Se trata de un peroné de babuino con 29 incisiones, no muy distinto de los calendarios de palo que aún usan los bosquimanos de Namibia, una cultura milenaria cuya esperanza de vida rozaba hace poco los 90 años y que en la actualidad está a punto de extinguirse.
Cueva de Lascaux. | E.M.
Cueva de Lascaux. | E.M.
Otro objeto similar, con más de 20.000 años de edad, es el hueso de Isturitz, que fue hallado en Dordoña, Francia, y presenta calendarios lunares de cuatro y cinco meses. Fue en esa misma región donde el geólogo francés Louis Larlet encontró los primeros restos del Homo sapiens arcaico u hombre de Cromagnon, en 1868. Allí se encuentra la cueva de Lascaux, donde, junto a sus célebres pinturas rupestres, aún pueden contemplarse una serie de símbolos que parecen ser calendarios lunares.
Según identíficó el doctor Michael Rappenglueck durante un estudio de la Universidad de Munich, allí están representados tanto un ciclo lunar de 29 días como un año lunar compuesto por 13 ciclos. Ambos fueron impresos sobre las paredes de la gruta hace unos 15.000 años.
Aquellos cromañones "eran conscientes de los ritmos de la naturaleza porque su vida dependía de ellos", según dedujo el mencionado investigador tras su descubrimiento, publicado en el año 2000. Otro objeto que maravilla a los expertos es el hueso de Ishango, aparecido en los años 60 en el lago Edwards, Zaire, donde alguien representó un calendario lunar de seis meses hace poco menos de 25.000 años. Este primitivo almanaque, que se conserva en el Real Museo de Ciencias Naturales de Bélgica, se construyó a partir del peroné de un babuino, al igual que el hueso Lebombo.

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